Hace 30 años los peores agoreros pronosticaron que los ordenadores iban a dejar a una buena parte de la población sin trabajo y, en parte, así fue. Se repetía en el sector de los servicios una situación bien conocida en la industria cuando, a principios del siglo XX, la automatización en las fábricas enseño la miserias del desempleo a una buena parte de la clase trabajadora.
De la misma forma,
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